Por Ramón Pagán
rnpagan@verizon.net
Tal vez estás observando el movimiento del mundo actual, que gira en torno al egocentrismo, la pretensión, discordia, engaño, el deseo de ser rico o famoso sin sudarlo, como unos pocos han logrado en la universidad de las redes sociales.
A esos les suman los selfis, las pasiones, likes o me gustas, vistas en YouTube, a veces, insatisfacción consigo mismo o de un confuso bochinche que corre a la velocidad de la luz en las propias redes, la música de moda, la ansiedad, adicciones, lo instantáneo o muchas veces depresivo.
A lo mejor, si te detienes notarás que merodean fuerzas invisibles que impulsan a personas hacia una profunda confusión. Como el Titanic cuando colapsó frente al tempano de hielo, o quizás estás viéndolos auxiliarse en lo virtual o puras fantasías. O a lo mejor, percibes que desconocen el sentido de la vida, o que un apresuramiento los ofusca.
Pero no dudo si piensas que alivian su dolor con pizcas de placer; y que se confundan con realidades diferentes, creyendo que ayuda.
Tal vez estés meditando en la plenitud de su existir, dentro o fuera de sí mismos. En lo simple, real, sublime y humano, que es la esencia de la vida. ¡O talvez será la gracia de vivir en un mundo falso!