Divergencias en la Relación entre la Base y el Gobierno de Luis Abinader.

Por Víctor Hugo Senise.

A medida que avanza el gobierno de Luis Abinader en la República Dominicana, se hacen más evidentes las diferencias entre las bases del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la administración que lidera. Esta situación no es exclusiva de un solo partido; es un fenómeno recurrente en la política, donde las expectativas de quienes apoyaron la campaña electoral chocan con las decisiones tomadas desde el poder. Las causas son variadas, pero todas se centran en una necesidad insatisfecha de representación y atención a las demandas locales.

Las bases del PRM, compuestas en su mayoría por ciudadanos que depositaron su confianza en la promesa de cambio, han empezado a expresar su descontento. La falta de respuesta a algunas demandas concretas ha exacerbado las tensiones. En este contexto, es natural que los miembros de la base busquen mayor visibilidad y reconocimiento de sus necesidades, lo que lleva a una creciente sensación de desconexión con un gobierno que parece priorizar otros intereses. Esta realidad plantea un desafío importante para la administración de Abinader, que debe encontrar el equilibrio entre gobernar y atender las demandas de su electorado.

Uno de los factores que han contribuido a esta creciente discordia es la percepción de que las políticas públicas no están beneficiando a todos por igual. Mientras algunos sectores se sienten más representados, otros sienten que sus voces no están siendo escuchadas. La distribución de recursos y la implementación de programas sociales son áreas críticas donde las expectativas no siempre se alinean con la entrega efectiva. La falta de comunicación efectiva entre el gobierno y sus bases puede acentuar esta desigualdad y provocar un sentimiento de frustración.

Sin embargo, es importante reconocer que las divergencias también pueden ser una oportunidad para la autocrítica y el crecimiento. Un gobierno que escucha y responde a las inquietudes de su base tiene la posibilidad de fortalecer su legitimidad y consolidar su apoyo. Para lograr esto, Luis Abinader y su equipo deben abrir canales de diálogo y crear espacios donde las bases se sientan escuchadas y valoradas. En esta relación, la transparencia y la rendición de cuentas serán esenciales para reconstruir la confianza entre las partes.

A medida que se mueven hacia el futuro, es crucial que tanto la base como el gobierno entiendan que sus destinos están entrelazados. La administración de Abinader tiene la responsabilidad de liderar con empatía y de recordar que las raíces de su partido provienen de gente que anhela un cambio real. Por su parte, las bases deben permanecer activas y comprometidas, exigendo y participando en el proceso político de manera constructiva. Solo a través de la colaboración y el entendimiento mutuo podrán superar las diferencias que hoy parecen ser una barrera para el progreso del país.

En la relación entre la base y el gobierno de Luis Abinader ejemplifica la complejidad de la política dominicana. Reconocer y abordar las divergencias no solo es fundamental para el éxito del gobierno actual, sino que también es una lección valiosa para futuros líderes y partidos. Se requiere un esfuerzo conjunto para garantizar que todos los ciudadanos sean parte del camino hacia una nación más justa y equitativa. Solo así, la promesa de cambio podrá materializarse plenamente en la vida de cada dominicano.

El autor es dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

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